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Hablar no es lo mismo que comunicar: dos pilares esenciales y Hablar Claro, Escribir Mejor: Un espacio para aprender a comunicarnos con propósito

hablar no es lo mismo que comunicar y la importancia de hablar claro y escribir mejor

En la era de la hiperconectividad, donde la información fluye a velocidades vertiginosas y las plataformas de comunicación se han multiplicado, se vuelve crucial reflexionar sobre una verdad frecuentemente ignorada: hablar no es lo mismo que comunicar. Aunque muchas personas creen que expresar palabras es suficiente para transmitir ideas, emociones o intenciones, la realidad es que la verdadera comunicación requiere claridad, intención y comprensión mutua. En este contexto, la capacidad de hablar con claridad y escribir con propósito no solo enriquece nuestras interacciones cotidianas, sino que también fortalece nuestras relaciones personales, académicas y profesionales.

Hablar es un acto mecánico que muchas veces se da por sentado; desde la infancia lo hacemos casi de forma automática. Sin embargo, comunicar va más allá del simple hecho de emitir sonidos o redactar frases. Comunicar implica conectar, impactar y lograr que el mensaje llegue de forma efectiva al receptor. Un buen comunicador no solo transmite palabras, sino también emociones, valores y objetivos claros. Aquí se evidencia el primer pilar esencial: la diferencia entre lo que se dice y lo que realmente se quiere decir o se logra decir. Muchas veces, por falta de estructura en el discurso o por el uso ambiguo del lenguaje, los mensajes se malinterpretan o pierden fuerza.



El segundo pilar, igual de importante, es la capacidad de expresarse con claridad tanto al hablar como al escribir. Aquí entra en juego la propuesta de crear espacios para “hablar claro y escribir mejor”, como herramientas prácticas para mejorar nuestras habilidades comunicativas. Hablar claro implica elegir con precisión las palabras, mantener una postura respetuosa, y considerar siempre el contexto y al interlocutor. Escribir mejor, por su parte, requiere organización del pensamiento, gramática adecuada y un estilo que favorezca la comprensión. En ambos casos, el objetivo es el mismo: lograr que el mensaje llegue con claridad, coherencia y efectividad.



Además, la buena comunicación con propósito no solo nos hace más competentes, sino también más conscientes y empáticos. Un comunicador efectivo escucha, adapta su lenguaje, y busca siempre construir un entendimiento compartido. Esto es fundamental en entornos donde la colaboración es clave, como en equipos de trabajo, en la docencia, en la atención al cliente, en la política, e incluso en las relaciones interpersonales más íntimas.

Por otro lado, la escritura —frecuentemente subestimada en la era visual y digital— sigue siendo una de las formas más potentes de comunicación. Saber escribir con claridad no solo facilita transmitir información, sino también organizar ideas, generar impacto e incluso liderar. De hecho, una escritura clara revela un pensamiento claro. Por ello, desarrollar la capacidad de escribir con intención y estructura es esencial para comunicarse con eficacia en ámbitos formales e informales.

En conclusión, hablar no es suficiente para comunicar, y hacerlo bien requiere habilidades que deben desarrollarse y practicarse con conciencia. Hablar claro y escribir mejor no son meras recomendaciones lingüísticas, sino competencias clave para una vida más efectiva, ética y conectada. Crear espacios para mejorar estas habilidades es un acto de responsabilidad con uno mismo y con los demás. Al fin y al cabo, comunicarnos con propósito es uno de los actos más humanos y transformadores que podemos realizar.

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